miércoles, 20 de enero de 2010

ENERO 2010



Paisaje realizado a partir de una fotografía. Referencia: 391-Enero 2010-Ene10-Gouache-26x37. Se añade una segunda versión realizada con acuarela.. ¿Cual os gusta más?. referencia: 392-Enero 2010-2-Ene10-Acuarela-32x41

1 comentario:

Santi dijo...

Crítica a la obra en gouache : “Manteniendo, sin mayores trasgresiones, las formas propuestas en la fotografía que sirve de base para esta experiencia, conservando por tanto los elementos y la estructura composicional que dicho paisaje ofrece, Santi Aguin lo re-hace desde la técnica que ocupa exprimiendo al máximo las posibilidades cromáticas y de refulgencia que el Gouache ofrece. De este modo, apreciamos una versión altisonante, tímbrica y resplandeciente… como si esa porción de naturaleza hubiese sido tocada por una mirada álgida y vibrante. La clave del trabajo, me parece, es la conversión de las luces y las sombras del paisaje natural, en Color, con los consiguientes efectos y dinámicas que de ello se desprenden. Un color que reverbera, un color que canta y danza y persigue ser el más importante protagonista de la escena.
La pequeña loma, al centro de la imagen, coronando la amplia perspectiva que se logra desde los primeros planos -ricos también en colorido y contrastes- se transforma en un foco de interés y adquiere notoriedad al interior de la pintura pues establece un punto de tensión que quiebra la gama predominante, instalándose desde una concepción fauvista, que considera al color como valor y significado en sí y concibe también a la sombra como una alternativa colorista. Nótese que el amarillo-ocre es el único esbozo cálido existente en esta pintura. Los tonos fríos predominan completamente, tal y como en la imagen original.
El agua, es otro elemento en el cual el pintor se detiene con libertad, realizando evidentes alteraciones iridiscentes que nos muestran las soluciones estéticas características del Gouache: brillantez, centelleo, esplendor. Sin que medie un pasaje paulatino de matices, el pintor genera una gradación intensa, un choque de tonalidades que le confiere una característica de estilo. Los blancos se enfatizan adquiriendo un rol protagónico al permitir que los reflejos sean también toques de color sobre el papel. Los árboles del fondo también reciben un tratamiento que los realza dándoles mayor presencia en la imagen total. El azul violáceo los saca del anonimato, realzando sus formas y su presencia en la captación global de esta panorámica.
Las consecuencias de este fulgor colorístico no sólo se aprecian en los aspectos formales si no también, y fuertemente, en las sensaciones, contenidos y mensajes que la Obra pueda emitir; así, el artista nos hace transitar desde lo apacible y silencioso a lo excitado y resonante, desde el sosiego a lo embravecido, desde lo calmo a lo efervescente y lo bullente. El color emite también movimiento y sonoridad.
La percepción del espectador -en suma- muta completamente con la intromisión de estos tintes que Santi Aguin imprime, aunque estructuralmente la composición y las figuras se mantengan prácticamente intactas. La incidencia del color entonces, en tanto más que relleno de la forma, queda al descubierto y se experimenta claramente. En tal sentido, curiosa es la impresión de estar ante una Obra saturada de colores siendo que, en rigor, la paleta cromática está restringida; no hay aquí un amplio espectro ni una gran diversidad de matices; sin embargo el resultado que se obtiene, nos la hace percibir como altamente coloreada. El pintor posee un manejo oficioso de la teoría del color y sabe cuales son las cualidades de la técnica que ocupa. Desde allí nos brinda un festejo jubiloso ante la madre naturaleza.
Eva Magallanes.”