sábado, 19 de abril de 2008

EL NIÑO QUE SE VICIO CON LA TV


Para el cuento del mismo titulo, he sido requerido para hacer una ilustración y el resultado es lo que expongo. Si la autora del cuento quiere podría publicarse este en el blog, como hemos hecho con otros antecedentes. Referencia: 240-El visionario de TV-Abr08-Carboncillo-23x32

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Es fantástico. Me ha encantado. Original, imaginativo. Voy a poner el cuento, salvo el final, que es de libre elección:

EL NIÑO QUE SE VICIO CON LA TELE

Esta es la historia de Pedrito, un chaval de 10 años que sólo tenía un vicio: ver la tele. Vivía en un piso en Madrid con su padre y con su madre. No tenía hermanos, era hijo único.

Desde pequeñito sus papás le ponían continuamente la tele para que Pedrito estuviera siempre entretenido y no se aburriera. Los papás no se habían parado a pensar que además de tele hay puzzles, cartas, muñecos, juegos de construcciones, libros y otro montón de cosas divertidas. Tampoco se habían planteado jugar ellos mismos con el niño, contarle historias, llevarle al parque, es decir, todas aquellas cosas que suelen hacer el resto de los padres con sus hijos.

Así que, como lo más cómodo para todos era que el niño viera la tele gastaron buena parte de su dinero en un montón de televisores que tenían en todas las partes de la casa con grandes pantallas de plasma, así como pequeños televisores portátiles para poder transportar a todos los sitios. En la habitación del niño había una tele en el techo, para que nada más despertarse pudiera verla.

Un día de colegio transcurría de la siguiente manera. La madre despertaba al niño encendiendo el televisor del techo, le llevaba la ropa a la cama, le incorporaba y le vestía como si fuera un niño pequeño. Le acompañaba por el pasillo de la casa como un monigote para que no tropezara mientras miraba la tele por las pantallas que había en las paredes.

Al llegar al servicio, su mamá le bajaba los pantalones y le ayudaba a hacer sus necesidades. Le lavaba la cara y le peinaba. En vez de espejo, había un pequeño televisor para que el niño no se perdiera nada. No le hacía falta espejo, ya se encargaba su madre de hacerle la raya en el pelo.

Le sentaba a la mesa del comedor frente a otra enorme televisión y mientras la madre le iba dando el desayuno a cucharaditas como si fuera un bebé, su padre le ataba los cordones de los zapatos y le abrochaba los botones de la camisa, agachado como si fuera un sirviente.

Le acompañaban los dos al colegio. El padre le llevaba cogido del brazo para que no tropezara al subir y bajar a la acera y por detrás, la madre llevaba un pequeño televisor enganchado al anzuelo de una caña de pescar, que pasaba por delante de la cabeza de su hijo. Era un espectáculo, pero los vecinos ya estaban acostumbrados.

Todos pensaban que estaban malcriando al niño y algunos se lo decían a sus padres. Parecía un retrasado mental, pues no sabía hacer nada por sí mismo. Los padres decían que cuando intentaban apartarle de un televisor el niño lloraba y gritaba porque no estaba a gusto y ellos querían que el niño estuviera siempre contento y pensaban que hacían lo correcto.

Una vez en el colegio, el niño encendía el pequeño televisor que llevaba en el reloj de pulsera y a la hora del recreo, dos profesores llevaban a Pedrito a un aula especial con un gran televisor que habían instalado allí sus padres.

Los profesores y el director del colegio no estaban nada de acuerdo con todo esto, pero los padres habían donado una gran cantidad de dinero al centro a cambio de que facilitaran a su hijo el ver la tele en todo momento. Esto es en realidad un soborno, pero los profesores explicaban al resto de alumnos que todo eso era incorrecto y que era la responsabilidad de sus padres y que al final verían la cantidad de problemas que iba a tener el niño.

En realidad el niño ya tenía un montón de anomalías: no sabía leer, ni escribir, ni sumar ni restar. No había conseguido pasar de educación infantil. Además no se relacionaba con ningún niño, no hablaba con nadie, sólo veía todas las series y todos los programas que ponían por la tele a todas horas. De hecho, acabaron expulsando a Pedrito del colegio por haber repetido tres veces curso.

Los problemas se iban agravando. Su cerebro se estaba bloqueando, estaba perdiendo neuronas por no utilizarlas. Cuando se ve mucho la tele no se desarrolla la imaginación, ni se estimula el cerebro. Se está en una actitud pasiva. En cambio, cuando se lee, uno decide cuándo lee y cuándo para y te imaginas todo lo que vas leyendo. Cuando ves la tele, ella decide por ti y no te deja sitio para imaginar, pues te lo da todo hecho.

Para que me entiendas. ¿Se puede aprender a montar en bicicleta o a bailar simplemente viendo un programa que lo enseñe? Estaréis de acuerdo conmigo que para aprender estas cosas la única forma es hacerlo y practicar e ir corrigiendo los fallos. A veces la tele ayuda, te enseña y te da ideas, pero siempre y cuando la aprendamos a ver de una forma selectiva.

Es interesante ver un programa de manualidades, pero si tomamos nota, nos fijamos y luego practicamos por nuestra cuenta y con ayuda de un adulto. Esto es lo divertido de verdad.

Nos divierte ver los dibujos animados, pero es mucho más interesante y nos hace sentir mejor si intentamos hacer nuestros propios comics.

A todos los niños se les da mejor hacer unas cosas que otras. Descubre que es lo que se te da mejor a ti: dibujar, pintar, escribir, montar en bicicleta, jugar al fútbol, cantar, inventar historias, hacer construcciones, jugar a que eres profesor o mago…

Esas son las pequeñas cosas que realmente nos hacen aprender y disfrutar, y son aficiones saludables que luego tendremos toda la vida. No lo olvidéis. Si no sabéis como hacerlo, pedid ayuda a vuestros papás o profesores.

Volviendo a la historia de Pedrito os contaré lo que le pasó un día. Como le habían expulsado del colegio, sus padres habían asumido que su niño sería más feliz sin aprender nada y para eso estaban ellos, para ayudarle siempre.

Salían un día de paseo, como siempre, su padre agarrándole y por detrás la madre con la caña-televisor. Al ir a cruzar una calle el padre se tropezó con el televisor y no se dio cuenta de que venía un coche. Pedrito quiso gritar para que su padre parara, pero, ¡oh, Dios mío!: ocurrió algo terrible. No le salían las palabras de la boca. Por más que intentaba articular las palabras, Pedrito no se acordaba de cómo tenía que echar el aire y mover la lengua para producir sonidos, es decir, para hablar. SE LE HABÍA OLVIDADO HABLAR.

Amigos: ahora intervenís vosotros en la historia. Si queréis un final malo, seguid en la página 4. Si queréis un final feliz, seguid en la página 5. Si queréis terminar vosotros la historia, escribidla a partir de la página 6.

Anónimo dijo...

Me alegro de que te haya gustado la ilustración ... en cuanto al cuento, pienso que deberías publicar las tres alternativas de final .. porque sino los lectores del blog pueden quedar insatisfechos.

Anónimo dijo...

Es que ver tanta televisión no le enseñó nada a esa criatura?.
Ya que estamos fantaseando.....¿no puede el niño hacer de Spiderman y colgarse de una tela de araña y salvar a su padre?, para eso no necesita hablar....
Terrible final se me ocurre....pues al no saber reacionar, son madre e hijo aplastados a su vez por un camión que a cotinuacion venia detras del coche.
No se me ocurre mejor final para una familia de ficción, es una pena que acaben tan mal, así que hay que pensar en otro desenlace.
Aunque padres tan cretinos no merecen mucha compasión.
En los United States.... los servicios sociales les habrian quitado al niño.

Anónimo dijo...

¿No ves Turi? .. ya está el público especulando ...

Anónimo dijo...

Perdona Santi, se me olvidó poner algo para ti con el frenesi del cuento.
Está estupenda la ilustración y..... además la TV es de plasma, es realmente imaginativa.

Anónimo dijo...

Sí, por eso el niño es un "plasmao"

Anónimo dijo...

Bueno, bueno. En realidad lo que pretendía era que cada cual imaginara un final... No están mal los que propone Ingue. Respecto al dibujo, lo que más me gusta es el cable que le sale de la oreja al niño visionario

Anónimo dijo...

Pues no es ni más ni menos que el cable de su head-phone